viernes, 27 de abril de 2012

LOS AMANTES

  
   La noche se había hecho larga, desvelado, nervioso, sin apenas dormir, miraba constantemente el despertador que amenazante casi marcaba ya la hora de levantarse, para como cada amanecer seguir el ritual del comienzo de un nuevo día y acudir seguidamente a su trabajo; había pasado la mayor parte de la noche en vela, casi sin moverse para no molestarla y que pudiera dormir tranquilamente; la había observado en varias ocasiones y le había dado la impresión de que tampoco estaba durmiendo muy bien pero aún así se mantenía quieto, como haciéndose el dormido.
 

               Su mente volaba constantemente.......   a lo   largo del día la llamaré,  quiero oír su voz antes de verla ..... la soñaba, la deseaba, solo imaginarla con sus zapatos de tacón, su minifalda, su pelo rizado .... no podía más y cuando mayor era el grado de excitación, el sonido del despertador le volvía a la realidad diaria.

             Sentado ya en la cama para levantarse, dedicó a su mujer una pícara mirada y un cálido beso.
               --Buenos días cariño, ¿qué tal has dormido hoy?.
              --He dormido fenomenal, casi toda la noche de un tirón le había contestado casi sin mirarle, para que no viera el gesto de su cara y las ojeras que tenía al haber pasado también la noche casi en vela.
               Los dos mentían y lo sabían, pero preferían ocultarlo, no darse explicaciones y comenzar el día lo antes posible.
              --Voy a darme prisa en asearme y desayunar  que se me acerca la hora de ir al trabajo, por cierto, no sé a qué hora llegaré hoy, se me olvidó decirte que me han puesto una reunión comercial a última hora y creo que tardaré, te llamo después porque no sé si tendré que tomar algo con los jefes y los compañeros, a ver si puedo librarme.
          --Vale cielo no te preocupes ya sabes tengo que hacer algunas cosas y estaré bastante entretenida, te espero impaciente  le contestó ahora sí manteniéndole firmemente la mirada y haciéndole saber lo que esperaba de él.
            El día podía haber transcurrido como cualquier otro, pero no había sido así, era un día especial, único, su mente seguía volando, su imaginación se desbordaba constantemente, sólo quería ya verla y estrecharla entre sus brazos y pasar unos momentos inolvidables; no poda más  y marcó su teléfono .....
               --Hola Ana María, mi vida, salgo ya, en diez minutos estoy allí, la dice con una timidez que hacía tiempo que no notaba.
                 Al otro lado del teléfono una voz cálida, dulce y susurrante le contesta decidida.
                --Sergio cariño te estoy esperando como tú sabes, te quiero no tardes.

               Oír en ese momento su voz insinuante diciéndole de esa forma que le amaba fue la gota que colmó el vaso, casi le da un infarto, su corazón latía a una velocidad que casi le asustaba, salió del trabajo y aún en su coche seguía absorto en sus pensamientos, no paraba de pensar como la encontraría, como estaría vestida, como .... todo eran preguntas, todo imaginación



               Llamó tembloroso al timbre de la puerta y al abrirse, los ojos de Ana María sorprendidos  al verle vestido con ese traje nuevo que no conocía y que le hacía más delgado, brillaron como dos estrellas. La figura de Ana María se dibujó igualmente ante sus ojos, fue impactante, todo lo que había imaginado, soñado, todo hecho realidad, todo para él y para ella; a sus 56 años mantenía una figura que ya quisieran  tener muchas jovencitas; para la ocasión, calzaba unos zapatos de tacón de aguja con una plataforma de casi dos centímetros de un color rojo cereza suave, un vestido azulón con el corte por encima de la rodilla y con un escote insinuante que dejaba entrever sus encantos; los labios también de color rojizo, brillantes y con un perfil que les daba un aspecto algo más voluminoso; sus ojos también perfilados parecían  aún más grandes, con una mirada  profunda y glamurosa, sensual; su pelo rizado que tanto le cautivaba, teñido de un rubio dorado lo había dejado secar al aire, como a él le gustaba.


              No hubo palabras, solo miradas, caricias, deseo, sensualidad; temblorosos se recorrieron con la mirada,  se abrazaron emocionados y sus labios se fundieron en un beso cálido y húmedo, eterno; nunca habían podido imaginar que volverían a sentir esas sensaciones de antaño que la rutina había ido apagando poco a poco. La música de fondo, romántica, que Ana María había elegido les hacía bailar en un sinfín de sensaciones; a un lado quedó la mesa para la cena, con las velas encendidas,  que con tanto cariño había preparado. Se dirigieron a su habitación que tan bien conocían y dando rienda suelta a su pasión, como dos amantes, explorándose el uno al otro nuevamente como si no se hubieran visto nunca se entregaron y se amaron . . . . .

            --Feliz aniversario cariño mío, no pienso volver a esperar veinticinco años de matrimonio para amarte así.
               --Hago mías tus palabras, te quiero, ha sido un aniversario y un final de día inolvidable.

          Su sueño hecho realidad  fue el regalo de aniversario, así lo habían  planeado juntos. Abrazados y felices se durmieron plácidamente, siempre vigilados por el despertador que al cabo de unas horas les devolvería a la realidad diaria, pero eso sí, con la  promesa de irse renovando día a día, de imaginarse, de soñarse .......


    Imaginar   y   soñar,  dos   cualidades    que 
    seguramente  proporcionen la mayor aventura
    a  nuestro conocimiento   y a nuestra felicidad
    y formen  la parte, quizás mas  activa,    como 
    el  título de éste blog dice, de la gran  aventura
    de nuestra vida.




Luis García,   (luissierra59) , Abril 2012
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